Enrique Sandoval
Un país feliz

El papel de la mujer en el teatro latinoamericano.
Leído el 8 de septiembre de 2004 en la sala de conferencias de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, durante el encuentro “Estéticas identitarias y literatura”.

Maruxa Vilalta, mexicana.
Su teatro no haría concesiones, ni mucho menos podría en ningún momento claudicar. Uno de los temas en el que pensaba con insistencia era el de España bajo la dictadura de Francisco Franco, pues se repetía dolorosamente por diversos países de la América Latina. Los elementos que reunió para hacer Un país feliz, 1964, una de sus primeras obras, convergieron hacia la realidad de su propio continente, con la secuela de opresión sobre amplios sectores sociales donde la miseria se enseñoreaba, donde unos pocos podían “ningunear” a las mayorías.

Maruxa Vilalta en Un país feliz retrata a una familia que vio tiempos mejores, José y Felisa y sus dos hijos, Víctor y Mariana, universitarios, un par de amigos, uno que ya no lo será porque ha tomado partido con la dictadura, Santiago, y el otro, Román, joven e impulsivo, compañeros de ideales de los hijos. Como el hogar se ve ostensiblemente afectado por las medidas económicas del gobierno, tienen que aceptar un huésped, un turista, Kurt, que viene de un país opulento. Él cree que el país es un paraíso.

Kurt: ¿Se dan cuenta de que a esta hora todavía hay luz? ¡Qué luz tan maravillosa! Viniendo en el auto hacia aquí vimos un precioso paisaje. Pasamos muchos campos de naranjas… A mí me gustan mucho las naranjas. . . Bueno, aquí tienen ustedes tantas que seguramente ya ni las comen.
José: No siempre las comemos.
Felisa: Resultan bastante caras.
Kurt: ¿Caras? ¿Las naranjas caras en un país donde hay tantas?
José: Son para la exportación.

Kurt va captando el verdadero sentido de la realidad, ve a los jóvenes arriesgarse en la lucha contra la dictadura, los ve tan nobles y valientes que lo hacen sentirse incómodo. Después de una serie de sucesos que culminan con el asesinato de Víctor, comienza a sentir el peso de una extraña culpabilidad. Ahora se explica las cosas como son, el país podría ser un paraíso, pero no lo es. Los delatores, los traidores, los torturadores, los militares oscurecen el paisaje humano y traen el terror.

Maruxa Vilalta, a través del argumento realista con personajes bien armados, denuncia la dependencia que castiga a toda la América Latina desde hace ya mucho tiempo. Kurt, su personaje extranjero, regresará a su país con una visión diferente.