También monólogo. Lo escribí primero en forma de relato, con reminiscencias de una estancia en Barcelona. Después lo adapté a la ciudad de México.
Los críticos hablaron del “absurdo” y de teatro “abstracto”.
Lo escribí como Soliloquio del Tiempo, en forma continua, sin parar. Lo escribí sintiendo que no estaba en mi mesa de trabajo sino que seguía paso a paso a la la protagonista por las ciudades de Barcelona y México.
Poco después, en París, trabajaba para traducir la obra al francés un poeta que fue agregado cultural de la embajada de Francia en México, Jean Camp, quien al morir dejó también traducida al francés mi pieza Cuestión de narices, Question de nez, pero nunca se publicó ese manuscrito.
Jean Camp, autor de un conocido libro que escribió en castellano y que tituló En silla con Pancho Villa, publicó Un día loco, Un jour de folie, en la prestigiada revista L’Avant-Scène.