Después no me gustó el título, pero ya se había estrenado así en Estados Unidos, antes que en México.

La última letra no es una letra de cambio. Es la última letra que escribe un autor, que pone punto final a su obra. Desde luego, seguirá escribiendo.

La última letra es también un monólogo, del que se enamoró Wilberto Cantón.

Para la producción en México no había mucho dinero y tuve que prestarle a mi personaje una lámpara de escritorio, que al terminar la temporada me fue devuelta y que todavía tengo y utilizo en mi casa.