Cuando hablamos de cultura recordamos con preocupación que vivimos en estos días, no solamente en México sino en el mundo, la llamada cultura de la violencia. Nefasta. Hay que abatirla. Hay que terminar con ella. Ya basta. Todos los sectores de la sociedad exigimos que se ponga fin a esta situación. El gobierno tiene la responsabilidad de lograrlo.
En cambio debemos promover la cultura verdadera. Porque es origen de acercamiento, amistad y paz entre los hombres. Es también fuente de creatividad. Y puede aportar bienestar y belleza a nuestras vidas.
Entiendo la cultura no como simple adquisición de conocimientos sino como asimilación de valores que enriquecen el espíritu y cambian la vida del ser humano. La cultura transforma a la sociedad y al Estado, de ahí que su desarrollo sea no solamente pertinente sino indispensable y prioritario.
A la cultura y a la educación los gobiernos deben enfocar presupuestos cada vez mayores. Un pueblo sin educación ni cultura nunca es tolerable, aunque sí manejable por las dictaduras, con oscuros fines de manipulación, para sojuzgar.
Cultura y civilización están estrechamente vinculadas. Aunque la base material de la cultura es la economía, cuando hablamos de cultura acentuamos lo espiritual, la creación.
La creciente y total tecnificación de la vida, además de las ideologías del poder mal entendidas, o intencional y dolosamente manejadas, redundan en acentuar la crisis de la cultura. Luchemos contra esta crisis y a favor del desarrollo de la cultura.