Concepción Bados Ciria
1910 y tres obras más
En Centro Virtual Cervantes/ El Rinconete / Madrid, España,
26 de enero de 2006
La incomunicación, el afán de evasión, la injustita social y la crítica política se plasman en las obras de Maruxa Vilalta para mostrar, a la manera del teatro del absurdo, la dificultad de convivencia en todas las latitudes de la tierra, la imposibilidad de entendimiento entre el individuo y el grupo, entre la unidad y la colectividad. Esta temática recurrente en su obra es recogida y trasladada por la autora al panorama social e histórico mexicano. En efecto, el teatro de Vilalta se apunta como una reflexión en torno a la historia de este país en la obra 1910, con el estallido de la Revolución mexicana.
1910 y tres obras más (Conaculta, 2002) es una antología que reúne las dos vertientes de la obra de Vilalta. De un lado, la sociohistórica, con la Revolución que camina a lo largo de 18 cuadros, mostrando a muertos, soldados, caudillos y caballos. La obra culmina con un coro de ciudadanos exaltados, como corresponde a un país donde todos son deudores, todos orgullosos, todos valientes. De otro lado, la intimista, con piezas teatrales como Una mujer, dos hombres y un balazo y Pequeña historia de horror (y de amor desenfrenado), obras que pergeñan un juego de identidades por medio de superposiciones y confusiones deliberadas que transportan al espectador a un clima de enajenación muy lejos de cualquier responsabilidad social.
Maruxa Vilalta ha cultivado asimismo el teatro que recupera vidas de santos que para ella han tenido cierta influencia de índole espiritual. Francisco de Asís prosigue con la temática iniciada en otra obra anterior: Una voz en el desierto. Vida de San Jerónimo. En ambas, más allá de las problemáticas existenciales de estas dos figuras, se apunta la soledad del ser en su precaria unidad, una soledad que aísla al hombre de toda posible comunicación banal. Es destacable el estilo dramático de estas piezas que saltando tiempos y espacios, multiplicándose en numerosos cuadros, se instalan en la actualidad más inmediata.
La producción dramática de Maruxa Vilalta sorprende y subyuga por una estética innovadora y original, cuya fuerza se halla en el juego y el dinamismo propios del teatro. La excelencia de la autora interviene para mostrarnos múltiples aspectos contrapuestos y simultáneos de algunos vicios humanos, mediante la afirmación paradójica de sus opuestos.