Jorge Ramos Zepeda
En revista “Personae”, México, agosto 2007.

Había una vez un hombre que sólo deseaba un terreno de 4×4 metros, una silla, una parrilla para asar un elote, un periódico, para desde ahí contemplar el horizonte. Cuando lo logró, los que ahí lo veían sentado pensaban que estaba loco. Otros imaginaron que debajo de su silla escondía un tesoro, una mina o había petróleo. Quisieron comprarle el terreno pero el hombre se negó, aumentaron la oferta en dólares y la rechazó, pues ya tenía todo lo que deseaba. Insistieron. Entonces permitió que perforaran. Sin pedirlo le ofrecieron, en caso de encontrar algo, un porcentaje de las ganancias.
En efecto, descubrieron un yacimiento petrolero. El hombre se convirtió en millonario y lo primero que hizo fue viajar a otro continente y al bajar del avión compró un terreno de 4×4, una silla, una parrilla para asar un elote, un periódico y hasta el ultimo día de su vida se dedicó a mirar el horizonte.

En la más reciente obra teatral de la prestigiada escritora Maruxa Vilalta, titulada Con vista a la bahia, Brian sólo desea conquistar a Alice, beberse unos tragos y sentarse en la proa de Manhattan a mirar el Atlántico. Pero no, John y Bob jamás lo permitirán. Ellos dos pertenecen a una red de corrupción asociada a hombres de empresa y políticos de Nueva York que necesitan, urgentemente, un contador limpio que firme y les permita seguir operando legalmente, así que intentan contratarlo pero él se niega.
Después tratan de corromperlo ofreciéndole ganancias millonarias si acepta involucrarse en la legalización de autos robados, pero no firma. Finalmente recibe amenazas y agresiones, pero Brian se mantiene incólume, tiene todo lo que necesita: una novia a quien desea, un modesto departamento y una ventana con una imaginaria vista a la bahía.

Maruxa Vilalta nuevamente ha escrito un excelente texto y como experimentada directora teatral que es se hizo cargo de la puesta en escena, apoyada por un acertadísimo equipo integrado por David Trillo, Bruno René Mestríes, Marissa Saavedra, Salvador Álvarez y, como escenógrafo e iluminador, el laureado Arturo Nava.

Efectivamente, “los que saben escribir historias son prestidigitadores que transforman las palabras sencillas y puras en una multitud de personajes transtornados por los objetos de la pasión” y aunque Brian no se deja corromper ese pensamiento de Paul Eluard, extraído del programa de mano, describe de pies a cabeza la labor de la talentosa Maruxa Vilalta que logra estremecernos, entretenernos y hacernos pensar durante más de noventa minutos en un hecho contundente y devastador: No hay corrupción grande o pequeña, sólo hay corrupción. Y al salir del teatro El Granero no vimos a nadie que lanzara la primera piedra.

Con vista a la bahía es un texto que debería representarse en todo México y después ser traducido y exportado a todo el mundo, especialmente a aquellos países en los cuales la mafia controla desde una candidatura presidencial hasta el narcomenudeo. En los cuales la corrupción permite tanto enriquecimiento ilícito y la impunidad alienta al contrabando a los que roban autos, tal como sucede en Nueva York y en la República Mexicana, donde es común saber que el que no transa, no avanza. ¿Usted qué opina?