Ignacio y los Jesuitas

La vida de Ignacio de Loyola. Su deambular como peregrino vestido de mendigo. Ignacio perseguido por la Inquisición. Ignacio encadenado en un calabozo. Ignacio exonerado de toda culpa y elegido general por sus compañeros. Ignacio en conversación con mujeres, algunas de ellas princesas y soberanas. Ignacio a caballo, apuesto jinete que arenga a los soldados y abre el fuego durante la defensa de la fortaleza de Pamplona.

Paralelamente, escenas de la historia de los jesuitas. Crítica a la actuación del clero en nuestra época. Actitudes fascistas de gran parte del clero durante la Guerra Civil de España en 1936; crímenes de la dictadura franquista que asesinaba en nombre de Dios. Víctimas de la Segunda Guerra Mundial y de las muchas guerras que vinieron después, muchas de ellas debidas a antagonismos religiosos.

Actuaciones posteriores del clero, que se pone de parte de los desposeídos y ha sido acusado de ayudar a los guerrilleros. Concilio Vaticano II y Teología de la Liberación. Conflicto de los jesuitas que no siempre están de acuerdo con el Papa, pero obedecen. Asesinatos de sacerdotes por la ultraderecha en Latinoamérica. Asesinato del arzobispo Romero. Escena de la matanza, en San Salvador, de Ellacuría y otros cinco jesuitas. Postura de Ignacio ante estos problemas.
Los Ignacios terminan por invadir el espacio escénico. Para bien o para mal, hay jesuitas por mucho tiempo; su diáspora no ha terminado: empieza.

Escenografía: Tres áreas fijas. 1) Espacio neutro, sin decorados. 2) Estudio de Ignacio de Loyola en Roma. 3) Azotea de la casa de Ignacio.
Actores: 7 hombres y 1 mujer para 28 personajes.

Historia de él

Él empieza como cajero de banco. Sin escrúpulos va subiendo, aplastando a cuantos le estorban; llega a presidente y director general. Logra  un consorcio internacional de bancos, cena con hombres de negocios  para obtener capitales, recurre al sexo para olvidar la muerte, hace sucios manejos con sus abogados. Al mismo tiempo desarrolla ambiciones políticas y llega a senador.
Hay algunas pausas en esta vertiginosa carrera dedicada a equivocar valores. Una mujer (a la que también destruye) le advierte que hay que saber detenerse a tiempo. Un encuentro con Equis, personaje que es su otro yo, lo induce a apreciar los verdaderos valores de la vida. Mas para él la ambición de dinero y de poder sigue siendo lo primero. Hace antesala para que los políticos lo reciban, adopta falsas poses ante periodistas, aspira al poder máximo de la nación, se arrodilla ante el gran jefe .Y llega a presidente de la República.

Pero es impopular. Ante esto, ahora aspira a  la gloria, al aplauso, al elogio en su paso por la historia. En su paranoia, decide cambiar su imagen negativa por la de un héroe, un “salvador” del país. Pero el pueblo, al que no engaña, le mienta la madre.

Termina perorando acerca del progreso y de la Revolución, acerca de “nuestra Revolución”, “nuestra Revolución ” , mientras las metralletas apuntan al público.

Escenografía: No es realista; cambios hechos por los actores a la vista del público.
Actores: 7 hombres y 4 mujeres para 87 personajes.

Francisco de Asís

Escenas de la vida del santo entre 1212, fecha de la toma de hábito de Clara de Asís, hasta la muerte de Francisco, en 1226.  Francisco proclama con entusiasmo la forma de vida de su Orden de hermanos menores, predica para las hermanitas pobres de Santa Clara, regala su manto a los más pobres que él, carga fardos para ayudar a un trabajador, come uvas para confortar a un enfermo, se priva de todo por darlo todo y es feliz por su amor a Dios.

Pero en determinado momento su obra parece sobrepasarlo, la Fraternidad se le va de entre las manos, se crean divisiones entre los hermanos. En Tierra   Santa, de regreso de un viaje a Oriente, donde fue a convertir sarracenos y estuvo a punto de ser decapitado por orden del sultán, Francisco es informado de que sus ideales de humildad y pobreza ya no son respetados, la Orden se desintegra y algunos de los hermanos ya no se conforman con ser “menores”  sino que quieren fundar institutos y poseer casas.
En Roma se entrevista Francisco con el cardenal Hugolino, futuro Papa Gregorio IX, a quien Honorio III ha nombrado protector de la Orden. Hugolino le pide a Francisco que escriba una nueva Regla de vida, con un sentido más práctico; le habla de legislaciones. Francisco insiste en vivir únicamente según el Evangelio.

Días de angustia y de crisis, cuando Francisco se pregunta  si en el servicio de Dios tendrá razón Roma y él se habrá equivocado. Finalmente  recupera la paz con ayuda de su fe.
Sube al monte Alvernia, donde en la cima de un peñasco, al borde de un precipicio, queda en éxtasis y recibe en su cuerpo los estigmas de la Pasión de Jesucristo.
En una cabaña de cañas, casi ciego pero sin perder su alegría, el santo compone el Cántico del Hermano sol. Acostado en el suelo da la bienvenida a la hermana muerte. El Cántico del sol llena el espacio escénico.

Escenografía: Tres áreas. Espacio principal vacío, espacio aislado en la cima de un peñasco y cabaña de Francisco hecha con cañas.
Actuación: 4 hombres y 3 mujeres para  11 personajes.

Esta noche juntos amándonos tanto

Partimos de personajes negativos para obtener el mensaje constructivo. Él y Ella dedican su “agradable velada” a destruirse. Viven lapidados en un mundo de pesadilla, protegidos de todo contacto con la gente por una “ventana aislante” y una “puerta aislante”. Dejan morir a una vecina enferma (personaje imaginario)que viene a pedirles ayuda. Se dedican a leer periódicos, tanto actuales como de la guerra civil de España, en 1936, y de la Segunda Guerra Mundial.

Mediante intervención de un tercer actor, que interpreta varios nefastos personajes, y con proyección de fotografías de hechos históricos, Casimiro y Rosalía ven reproducidas ante ellos escenas de crímenes cometidos por dictadores como Hitler, Mussolini, Franco y otros fascistas “salvadores de la patria”, desde aquellas épocas hasta los años en que la obra se represente.

Aplauden él y ella todo ese horror; en esto se solidarizan. Para después volver , mientras “llega la hora de la cena” (que esperan para tener algo que hacer y que consistirá en café con leche) a su pasatiempo de atormentarse, herirse mutuamente e impedir cada uno que el otro escape de sí mismo.

El 9

Dos obreros, Siete y Nueve, perdida toda identidad como personas, reducidos  cada uno a un número, dialogan en el patio de una fábrica. Nueve vive en la soledad e incomunicación; ironía y escepticismo son lo único que le queda. Siete, más joven, cree en la vida, en esos “instantes” de  felicidad que a veces el cotidiano vivir puede aportar. El tercer personaje es un niño, hijo de otro obrero, que quiere ser trabajador de la fábrica, como su padre.

La fábrica es muy limpia y moderna. Por un megáfono una voz estereotipada se dirige constantemente a los trabajadores, tratando de crear un falso ambiente de felicidad y optimismo.
Escena de pantomima con los obreros atrapados en la fábrica, dentro de una tela de araña, trabajando en sus máquinas. Nueve no quiere que el niño sea obrero, pero éste admira los overoles  y la fábrica.

Nueve muere: deja que una máquina lo atrape. El megáfono hace votos porque el día que termina haya sido “una jornada bien aprovechada”.

Siete no quiere seguir los pasos de Nueve: la muerte no, la vida. Por unos momentos piensa en rebelarse y dejar su empleo, pero la fábrica, el sistema, la necesidad económica lo tienen atrapado.
El final de la obra no es sino el principio: la vida de Siete tendrá una aterradora similitud con la de Nueve. También el niño seguirá el mismo camino y con los años alguna máquina, física o mentalmente, también lo destruirá.

Cuestión de narices

Tres planos de acción paralelos y tres motivos de lucha: Niños que pelean por un balón. Habitantes del pueblo que luchan entre ellos, divididos en bandos de  “los narices cortas” y “los narices largas”. Y países extranjeros, “galgolandia” y “sabuesolandia”, que se disputan jugosos huesos.

Un personaje mudo, Ulises, es el único que tiene capacidad de amar, en contrapunto con el odio de los que pelean por cuestiones de narices, estaturas, plumajes, etcétera; léase mercados, religión, supremacía política.

Paralelamente, una historia de amor entre un joven y una joven pertenecientes a familias de  bandos opuestos. Él  es asesinado.
Entre lo niños, entre la gente del pueblo y entre los países del mundo, la guerra se impone. El clamor pidiendo guerra avasalla y cierra la pieza, antibélica por excelencia y siempre de terrible actualidad.

Escenografía: No es realista. Trastos.
Actuación:  13 hombres, 8 mujeres y 2 niños para  28 personajes.

Con vista a la bahía

Brian es un escritor incipiente que vive de un empleo. Un supuesto amigo, John, quiere convencerlo de formar parte de un gran consorcio, negocios ilegales en los que trata de involucrar a Brian porque éste tiene un título de contador.
En su modesto departamento Brian pretende disfrutar de una maravillosa vista a la ciudad: edificios, ventanas, toda una bahía de luces, un mundo que ahí palpita. En realidad la única vista es una oscura callejuela y al pie de un muro un bote de basura.  A veces, husmeando en la basura, un gato.
Alice, maestra de literatura, sí puede ver con Brian la inexistente bahía de luces. Le pide a Brian que escriba para ella un poema de amor pero, cosas de la  literatura, resulta un poema en el que Brian acaba por mandarla a la chingada. De todos modos acabarán acostándose juntos.
El  cuarto personaje es  Bob, el jefe de John, el gran Bob que maneja los negocios ilegales  y además tiene ideas racistas. Bob le propone a Brian atractivas ofertas “cash” para que avale con su firma documentos falsos. Brian podría vivir en un penthouse de lujo con una verdadera vista a la bahía. ¿Se dejará corromper?
Prefiere quedarse con su vista imaginaria. Pero los del consorcio falsifican la firma de Brian y ahora Brian y John  se disponen a la pelea, listos para agredirse. Audio que lleva al final de la obra. Luz de un reflector en la calle, sobre el bote de basura que vemos por primera vez, al pie de un muro. Los dos hombres se lanzan el uno contra el otro. En plena lucha se inmovilizan.  No se sabe quién va a ganar. Sube el audio mientras baja la luz. Después el  reflector sobre el muro y el bote de basura se apaga también.

Escenografía:  Departamento de Brian. Habitación-dormitorio-estudio en  el Village de Nueva York. En lo alto, una ventana.
Calle que da la vuelta y se prolonga en el proscenio, frente al público.
Otras dos áreas que se utilizan una sola vez ubican la acción en la mesa de  una cafetería y  en  una banca en un parque. Todos los espacios pueden quedar integrados en un mismo espacio escénico.

Actuación: Cuatro personajes, tres hombres y una mujer.

1910

Escenas de la Revolución mexicana. Historia y ficción se entrelazan. No con fines de análisis políticos o sociológicos, sino una serie de imágenes, instantáneas, impactos. Sabor cruel y a la vez poético de la Revolución. La historia puesta en escena. El pasado para traerlo al presente.

En un país llamado México. Tierra esplendorosa. Tierra de luz . . .
Al empezar la obra, el pueblo nada tiene, todo le quitan. En escena el hombre y la mujer. Él nada trajo. Miradas perdidas en un horizonte oscuro. Aguardan.

Se abarca principalmente el período armado, de 1910 a 1917. Actores de hoy se convierten en personajes de la Revolución; involucran al espectador para que tome parte en los acontecimientos.

La Revolución por quienes la vivieron y por quienes murieron en ella. Antes que los héroes o los traidores, el soldado muerto en combate.

Pero la Revolución mexicana no fue nada más combates y balazos. Fue también una revolución social. Logros que transformaron a un país agrario y feudal en nación industrializada. La Constitución de 1917.

Se forman grupos con los espectadores. Cada persona del pueblo cuenta la Revolución como la padeció.
Viene el turno de los caudillos; sus ideales, sus sentimientos, cómo pensaban, qué querían.

El pueblo reclama, exige: pobres y ricos, ciudadanos, campesinos, soldados, caudillos, todos somos el pueblo. Murieron los que más queríamos. “En nuestra sangre, en nuestro respirar, en nuestras manos y puños, ahí quedaron”. Ahora que no nos cuenten lo que nos pasa. No queremos otra guerra. Pero exigimos justicia.
Se repite la escena del principio de la obra. El pueblo nada tiene, todo le quitan. El hombre y la mujer: él nada trajo. Y el pueblo, a coro: ¡Exigimos soluciones! ¡Exigimos justicia!
En un país llamado México. Tierra esplendorosa, tierra de luz.

Escenografía: Cinco espacios vacíos; solamente en uno hay un gran maguey.
Actuación: 9 hombres y 3 mujeres para 168 personajes.